¡¡¡Hola a todos/as!!! ¡¡¡Cuánto tiempo sin escribir!!! Hace sólo dos semanas que volví a Casa Emanuel, y el tiempo aquí realmente vuela. Hemos estado entretenidos estos días con unos alumnos de enfermería, pero esto os lo contará mejor Sara, la voluntaria que está ahora aquí conmigo.
Supongo que los que leáis este blog, habréis visto también los capítulos de “Cuerpo Médico” del Dr. Iván en Casa Emanuel. Hoy me gustaría daros otra visión de lo que yo llamo el “huracán Iván”.
Unas semanas antes de que llegara toda la comitiva médica, descubrí que la luz de quirófano no funcionaba, que el autoclave para esterilizar el material de quirófano se había quemado, sus permisos de entrada al país no estaban autorizados, y algunos pacientes no respondían a las llamadas. La cosa se veía difícil, y más aquí en Guinea. Fueron unos días de estrés total, para poder conseguir lo necesario para operar, porque además esta vez iban a ser operaciones bastante complicadas.
Pero, sin entrar en el terreno de lo paranormal, aquí ocurren cosas, coincidencias, que dejan a uno/a sin palabras… con Laura, la voluntaria que estuvo hasta diciembre, bromeábamos porque nos sentíamos en medio de “el show de Truman”. Llegó un momento donde parecía que las señales y las cosas sucedían para que todo al final se pudiera resolver: una vez íbamos camino al hospital pediátrico de Bor, para pedir si nos podían dejar alguna luz de quirófano, no sabíamos el camino y de repente apareció una ambulancia de ese hospital, así que sólo tuvimos que seguirla. Otro día, yendo a otro hospital, el de Comura, nos apareció su ambulancia que también nos enseñó el camino para llegar. Perdida por el puerto de Bissau buscando el sitio de suministro de oxígeno, (me enviaban al ministerio… ole mi kriol…), de repente vi que un hombre me miraba fijamente, se acercó a una furgoneta, sacó una bombona de oxígeno y la llevó hasta un almacén…. ¡¡Ok!! ¡¡Oído cocina!!!
Así podría contar muchas más anécdotas, casualidades, que hicieron que ese lunes de diciembre, el equipo médico pudiera empezar a operar.
En este país se viven situaciones difíciles, hasta desesperantes, donde te sientes impotente, pero también se viven auténticos milagros. Aquí se aprende a aceptar que la vida sigue su ritmo, que hay cosas que no podemos cambiar, que no están en nuestras manos, pero siempre hay algo que si podemos hacer para mejorar.
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