Ah!!! Pero la cosa no termina aquí.... estaba por empezar la segunda parte de la aventura… una vez allí se montó un auténtico consultorio espontáneo en el “recibidor” de la casa de nuestros anfitriones. Gente de todas las tabancas vecinas se acercaron para ser vistos por las “doctoras” (bueno… en realidad sólo había una, la doctora maría de costa rica, acompañada por su fiel sequito, o sea… nosotras, una enfermera y una fisio). Si eso hubiera sido un espectáculo, podríamos haber colgado el cartel de “entradas agotadas” (a su manera lo fue…). La cosa duró hasta la noche, a la luz de una vela y con ayuda de una linterna para hacer las recetas, que consistían en pequeños trozos de papel de cuadritos.
Como no teníamos medicinas suficientes para todos, tuvimos que agudizar el ingenio y aconsejar los “remedios de la botica de la abuela”: que si agua fría, que si un limón, que si una faja con un trapo, y el colofón final fue cuando propusimos adaptaciones para eliminar las barreras arquitectónicas (dos palos para sujetarse en el baño, o sea, un agujero rodeado por cuatro placas metálicas, en medio del poblado), y dimos consejos de ergonomía postural para trabajar en los campos de arroz (que si “dobla rodillas”, que si “ábrete de piernas”...)
Hubo un caso en especial que conmocionó a todos los presentes: la mujer que sufrió una mordedura en el pecho por una cría de cerdo…. Allí aprendimos que es mejor no llevar un cerdo debajo del brazo!!!! …. Ya sabéis… quien avisa…
Lauri y Nuri
Voluntarias
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